(...) En el restaurant chino “El samovar de Cheng”, trabajaba un gato de la buena fortuna en una tarea esclava de saludar hipócritamente con la zarpa extendida a cada cliente que entraba y que se iba del local. Harto ya de esta tarea que lo convertía en un hipócrita, a él, que quería ser músico y cantor, decidió huir. Aprovechó un momento de descuido en el que sus patrones estaban en la cocina y una clienta de comidas para llevar se había acercado al mostrador y estaba esperando que le entregaran el pedido. Mientras esperaba, la clienta abrió la cartera para buscar el dinero con que pagar y Toxi-Toga se lanzó a su interior, acurrucándose en el fondo, entre el teléfono celular y los cosméticos. El patrón salió de la cocina, la clienta le pagó, salió, y todo parecía normal. Los dueños no notaron la ausencia de su gato de la fortuna hasta que fue demasiado tarde. Ya era el posmeridiano de un radiante sábado y la clienta del restaurante chino aprovechó que tenía tiempo libre para pasear y llegarse hasta la feria hippie. Allí, le llamó la atención una hermosa alfombra submarina. Cuando le preguntó el precio al simpático dinosaurio encargado del puesto y, viendo que era un muy buen precio, abrió la cartera para pagar en efectivo y llevarse la alfombra de inmediato. Entonces, sin que ella se diera cuenta, el gato de la fortuna saltó desde adentro de la cartera y corrió enseguida a refugiarse en el interior de un rollo de alfombras. Más tarde, cuando el Dinosaurio Maraca comenzaba a levantar su puesto, el Toxi-Toga salió de adentro de su refugio gritando “Estoy entregado, vengo en son de paz”. El Dinosaurio, tratando de calmarlo, le preguntó quién era y el Toxi-Toga le contó su historia.
(...)
El Dinosaurio Maraca quería conocer la tumba Mozart en Viena por lo que a punta de mamadera desvían el avión obligándolo a aterrizar en dicha ciudad. Ya en Viena y sin plata a causa de la última borrachera, la banda, sentada en un café, delibera qué hacer cuando ven aparecer al ToxiToga entre medio de humos de colores. Estupefactos, le preguntan cómo llegó allí y por qué mierda no estaba cuidando la casa del Dinosaurio Maraca. El felino les responde que unas píldoras en estado de descomposición encontradas en el botiquín añejo del Dino le habían otorgado el poder de la teletransportación y le habían permitido cumplir su sueño de ser cantante de rap. Cuando ve el estado en el que se encontraban sus amigos les deja unas enseñanzas de la calle y rapeadas.